Por misterioso que parezca, aún no se había inventado la máquina para fabricarte tus propios pastelitos o cupcakes, sin duda, una de los primeros inventos que creía que existiría en el futuro, junto a los coches voladores, allá por mi tierna infancia de finales de los 80 (no es broma).
En eso debió pensar la empresa ATM, inventora en Los Ángeles (EEUU, el país donde estos inventos tienen una repercusión digna de nominación a los Nobel): necesitamos una máquina automática que sirva pastelitos con crema las 24 horas, 7 días a la semana; dicho y echo, ya son numerosas las fachadas que cuentan con esta máquina que ni en Regreso al Futuro se hubiese pasado poner en el guión.
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